I will take you home!
Este pasado fin de semana miraba una película titulada Hacksaw Ridge, basada en hechos reales y que nos presentaba una cruel guerra. A medida de que avanzaba el film, me saltaba al corazón, una expresión que se repetía en momentos cruciales, cuando los soldados estaban heridos, con grandes mutilaciones en sus cuerpos y el rescatista (protagonista en esta película) les decía en medio de aquella agonía: “–No te duermas, que te llevaré a casa”. Una frase que toma una dimensión inexpresable en medio de tan desgarradora situación, en el momento en el cual parece que se lanzará el último grito de vida y en él se cerrarían los ojos para siempre. Pero esta promesa, aquella frase, le da el aliento para resistir, para mantener sus ojos abiertos y no caer en el sueño del cual ya no despertarían jamás.
¡Qué expresión tan poderosa!
O acaso esos inmigrantes, que después de haber emprendido un viaje en busca del sueño americano, de repente se encuentran en medio de un desierto implacable, quizás abusados en sus anhelos de venir a un país de libertad, mujeres que al ser violadas en el camino podrían escuchar una voz que, viniendo a su rescate, les diga: “Ven, te llevaré a casa”.
Viejitos abandonados en un hogar de ancianos, deseando ver a sus familiares que nunca o poco les visitan y pudieran escuchar: “Te llevaré a casa”.
Aquellos presos con o sin motivo de culpa, que de repente los van a buscar a su celda para decirles: “Hoy te vas a casa”.
¡Qué ironía! Cuántos anhelan regresar a casa y cuánto hoy quisieran irse de ella. Jóvenes que ante la primera corrección o dificultad les escuchamos decir: “Ya quiero tener 18 años para irme de casa”. A ellos también les llegará el momento de querer escuchar esa voz que le diga: “puedes regresar a casa, yo te llevaré”.
Cuántos de nosotros en diversas situaciones, de tristeza, abandono, enfermedad, exilio, violencia, queremos escuchar la voz de alguien que nos diga: “te llevaré a casa”.
Sabes que esa voz no se cansa de querer dejarse oír.