QUE HARIA JESUS EN MI LUGAR?
Hoy, como cada día que Dios me regala, me dispongo a mis oraciones diarias emprendiendo mi día a día. El trajín, el sonido del teléfono, y las teclas de la computadora a gran velocidad, donde el silencio se convierte en una música de sonidos, pienso “¿Quién llamará hoy en ese grito de ayuda y esperanza?” Levanto mis ojos al cielo y digo “Señor, que seas tú quien hable a través de mí, que seas tú esa voz y consuelo en este hijo (a) tuyo.”
Corría mi día de forma regular y tranquila, mensajes, llamadas, correos electrónicos y de todo un poco, era sumamente ocupado, se podría decir el día más pesado de la semana, cuando de pronto mi mirada se clava en un mensaje, uno que por segundos me robó la tranquilidad, me inquietó, en cierta parte sentí molestia y ganas de levantar
el teléfono y decir dos que tres cosas en el espíritu a esa persona, pero no lo hice, respiré profundo y escribí todo en un papel, para tranquilizarme. Una vez que lo plasmé en papel, la calma viene nuevamente y justo es allí, donde el Señor me lleva a profundizar esta parte que hoy les quiero compartir.
Me pregunté a mí misma por qué nos habla así, qué hay en su interior… Oh, Dios, cuanta amargura, y coraje sembrado en ese ser de luz, pero pensé y dije “no podemos dar lo que no hay en nuestro corazón.” Instantes más tarde me vinieron estas preguntas:
Señor, ¿Por qué se enoja y nos acusa?, ¿por qué propiciar insultos, quejas, rabias?, ¿por qué descargar sus frustraciones con alguien que solo le quiere ayudar?, ¿por qué está tan molesto?, ¿por qué ha llenado sus pensamientos de tanta negatividad?, ¿por qué grita?, ¿quién le hizo enojar? Nosotros solo estamos para ayudarle, sin embargo, tenemos que callar para que usted descargue su mal día.
Y es justo aquí donde quiero llegar al punto clave de mi escrito, y esto me retumba fuerte, como el trueno en la tormenta, es como si el ser humano hubiera sido hecho para pensar solo negativamente, ¿por qué? cuénteme, o más bien vaya a lo profundo de sus pensamientos y recuerde la última vez que se enfadó, con quién lo hizo, de qué manera actuó, cuáles fueron esos pensamientos… recuerde cada uno de ellos.
Porque no me quieren, se olvidaron de mí, no les intereso, me desprecian, hay preferencias, no me invitaron…. Estos pensamientos son usuales en las personas. Realmente para todo eso hay una respuesta. Pero no la queremos escuchar, es más fácil enjuiciar y enojarse que estar en paz. Entonces, ¿cómo logro cambiar el chip de mi cerebro y alimentarlo de buenos pensamientos?
Hace un tiempo decidí, poner en prueba este ejercicio, y hablé en mi interior con Dios, y le dije “Señor, ayúdame a pensar en todo lo bueno y saca de mí todo lo negativo, cambia esa circunstancia que al ojo del ser humano es obvia, no me permitas juzgar” y es así como empecé la carrera, no te digo que es fácil, incluso algunas veces flaqueo, pero al menos estoy en la lucha del día a día y cada que se me presenta una situación “obvia” pido la luz del Señor para no sembrar lo negativo y ver siempre lo bueno de cada persona, que como seres de luz, Dios nos hizo buenos, y que solo tenemos malos ratos…
Y así como se practica el ejercicio para tonificar el cuerpo, de la misma manera se ejercitan los pensamientos.
Vive, se feliz, ama, no juzgues y verás cómo tu vida cambia. Dios nos hizo perfectos y buenos, pero somos nosotros quienes queremos controlar nuestros pensamientos. Escucha esa voz en tu interior, y sigue las huellas de Jesús, y si aún tienes dudas cómo reaccionar o responder te dejo con esta última pregunta: