Jesús pensaba antes de reaccionar. Era valiente y muy respetuoso en el modo de exponer sus pensamientos. Vivía el arte del perdón. No hacía de su mente un recipiente de recuerdos amargos contra los demás. Era agradable, sociable. Vivir junto a Él era una aventura fascinante, que llevaba siempre a volverse mejor.
Jesucristo sabía motivar. Tenía una enorme capacidad para animar, y hacía pensar en otras posibilidades de triunfar y hacer las cosas bien. Lograba oír lo que las palabras no decían.
Amaba sin esperar recompensa, amaba porque era bueno y bondadoso. Y todas estas cualidades las sigue teniendo por siempre a favor nuestro.
Jesús prefería el anonimato, pero era imposible que alguien como Él pasara inadvertido. En sólo tres años con los pensamientos e ideas que propagó, produjo una revolución mundial en el modo de pensar, y esa revolución sigue siempre pujante y transformando.
Las multitudes le seguían atónitas con disgustos de los jefes. Él estaba en contra de toda clase de violencia, para Él toda vida es Sagrada. si hubiera predicado dos años más su fama se ha pasado otras naciones pero Él se dedicaba por ahora a las ovejas extraviadas de Israel
Sus Apóstoles y Discípulos se encargarían de hacerlo conocer, amar y seguir por muchas naciones más. Morir por salvar a la humanidad era su meta y su ideal. Nadie le desviaría de esa meta. Pero como humano, cuando ya la muerte estaba a punto de llevárselo tuvo temor y suplicó al padre celestial que le librara de ese cáliz de amargura; y aún así demostró una humildad y una obediencia profunda al pedirle a su padre Dios que no se hiciera lo que Él quisiera, sino su Santa Voluntad.
Que el Señor te conceda La Paz
Siervos de la familia de Nazaret