Todo cuanto el ingenio humano pueda crear para hacernos crecer en santidad se queda incompleto si no hacemos totalmente toda nuestra vida espiritual En Jesucristo y en sus enseñanzas.
San Pablo decía nadie puede poner otro fundamento o base para progresar en lo espiritual que sea distinto a Cristo y sus enseñanzas. (1 Cor 3,11).
Esto nos explica el cambio tan admirable que a veces se observa en ciertas personas.
Habían vivido años y años atormentados llenas de dificultades sin adelantar en santidad y de pronto Dios les ilumina que en la vida de santidad Jesús es todo el principio y el fin Alfa y Omega. (Ap 1,8) que fuera de él no hay nada que nos pueda llevar a la perfección ni que pueda satisfacer nuestros deseos de santidad y que en el tenemos todo lo que necesitamos. Desde ese momento las dificultades empiezan a desaparecer las sombras se van alejando como las de la noche cuando sale el sol las dificultades se van solucionando y empiezan a florecer de manera admirable las virtudes en el alma.
Quién me ve a mí ve a mi padre (Jn 14,9). Cuando vemos a Cristo re bajándose hasta la humildad del pesebre recordemos la sencillez del Padre Celestial cuando lo veamos sacrificarse entre tantas crueldades por salvarnos recordemos la gran generosidad de Dios para con nosotros cuando lo veamos quedarse por nosotros en la Eucaristía recordemos cuánto amor nos tiene el buen Dios.
Para conocer e imitar a Dios no tenemos más que conocer e invitar a Jesucristo.