LIBERTAD CONDICIONADA
Viviré con toda libertad, porque
he buscado tus preceptos.
Salmos 119:45
LA LIBERTAD
Apenas logro cerrar los ojos, trato de poner mi mente en blanco para poder conciliar el sueño y dormir profundamente. De repente, se viene una avalanchade pensamientos, que caen como gotas de lluvia en mi mente. Son raros y vagos.Lucho por evadirlos para descansar pero es casi imposible, pues se van poniendo en fila como pequeños soldados de guerra uniformados. Me miran para distraerme aunque no quiera. Uno de ellos resuena especialmente, una y otra vez: “¿Dónde está la libertad?”
En ese momento mi cuerpo se sobresalta, mi corazón se agita y salto de mi cama.Con un sueño evaporado, la película ha comenzado.
¿Dónde está la libertad?
En la vida, muchas veces nos toca enfrentar situaciones para las que creemos estar preparados, no escuchamos consejos, y pensamos que todo está bajo control porque “a mí no me va a pasar”. Pero en un abrir y cerrar de ojos, la libertad
se ha esfumado, ¿dónde está?, ¿qué pasó?, ¿por qué me siento aturdido? ¿dónde está lo que era mío?,
¿qué es libertad? Nunca me di cuenta de que la tenía,
¿por qué no la valoré? Es como si todo cambiara de color, ahora el panorama es gris y oscuro, todo es diferente, me siento sacudido, mi cuerpo tiembla y el miedo invade todo mi ser. ¿Dónde estoy?, ¿qué me ha pasado?, ¿será que es un sueño?
Por favor que alguien me despierte, no quiero morir de angustia y soledad. Estoy, pero no estoy.
Perdiendo la libertad
¿Realmente tengo libertad? Me pregunto, y te pregunto ambién a ti… (momento de silencio) Intento ahondar en mis pensamientos y me veo en una película de la que no debí haber salido: la visión es clara, soy pequeño, me encuentro corriendo, sonriendo, dando abrazos sin condiciones. Son vivencias realmente hermosas, sencillas, en las que puedo ir y venir mientras convivo con los demás, comparto en familia. Ahora, no puedo caminar libremente sin que alguien me pregunte hacia dónde me dirijo, tengo que medir la distancia para no ser sancionado. ¿Qué pasa? Pensé que la vida era amor, pero el amor ahora tiene condiciones. Lo que antes era simple ahora es lo más difícil. La libertad condicionada es el precio que hay que pagar: el peso de mis decisiones también te afecta a ti.
¿Dónde está la libertad?
Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Por algo se escribieron estos preceptos.
El punto importante que deseo compartir consiste en la descripción de una vivencia: nos encontramos de cara a la realidad de la vida, entendemos las circunstancias que nos han llevado a una u otra cosa… Ahora me encuentro aquí, reflexionando, añorando entre recuerdos que me mantienen con vida. Oh, Dios mío, ¿dónde está mi libertad? He violado las leyes del mundo y ahora soy juzgado; todos me señalan sin que pueda elegir aquello que prefiero. Quizás a algunos se les haga fácil señalar, sentarme en la silla de los acusados, pero realmente nadie sabe qué hay en lo más profundo de mi corazón. No soy criminal, pero la sociedad me ha robado mi libertad.
¿Por qué merezco la libertad?
Todos merecemos una segunda oportunidad: los golpes de la vida nos hacen madurar y crecer para estar todo terreno. Mis pensamientos de la adolescencia han cambiado, no los puedo comparar con la claridad mental, emocional y espiritual que tengo ahora.
Estas últimas, me permiten distinguir las circunstancias que aportan cosas buenas a mi vida de aquellas que no. Ya no soy aquel pequeño que creía conocer el mundo pero quedó consumido por ese mundo. Ahora estoy de pie y le doy gracias a Dios por todo lo que ha permitido para mi vida. Gracias a ciertas vivencias, hoy soy una mejor persona, un ser humano que desea abrazar, amar, tener una familia, elegir un trabajo, poder viajar e integrarse en una sociedad que no le juzgue ni crucifique. Hoy, levantando mi cabeza al cielo y expresando un desgarrador grito de dolor, salgo a la búsqueda de mi Señor, y le
pregunto: ¿dónde estás? No me abandones, te necesito a mi lado.
Nuevos renglones
Hoy quiero escribir nuevos renglones en mi vida, empezar un nuevo camino, andar sobre una historia diferente, poder tomar de la mano a mis hijos y juntos
caminar con esa libertad que cada ser humano puede disfrutar. No quiero que mis más bellos tesoros se avergüencen de mí, eso sería como clavar una daga de doble punta en mi corazón. Yo solo quiero integrarme a la sociedad, y demostrar al mundo que tengo mucho para dar, si tan solo me regalaran un rayito de libertad. Quiero dormir sin sobresaltos, sin pensamientos en fila que roben mi
paz y mi tranquilidad. A usted, que hoy le toca sentarse en la silla del juez, le pido encarecidamente que vea mis ojos; y que a través de ellos pueda ver
también mi honestidad y desespero, vea que estas palabras están escritas desde
lo más hondo de mi ser. Son un grito de auxilio. Soy un alma joven, con hambre y sed de vivir, con nuevos sueños y metas para la sociedad. Aún confío en la justicia y en las leyes, por eso me atrevo a escribirle: quiero construir un mundo diferente.«Todo me está permitido», pero no todo es para mi bien. «Todo me está permitido», pero no dejaré que nada me domine.
(1 Corintios 6:12)