No sólo se aprende de los aciertos, éxitos y triunfos, sino también en las angustias y fracasos. En esa escuela aprendió también Jesús, y llegó a ser maestro de maestros. Algunos son buenos para aconsejar, pero cuando le llega la situación estresante sucumben, se desaniman y desisten de luchar, y frente a situaciones turbulentas de la vida no saben ser tolerantes.Y es allí en donde se mide la verdadera personalidad.
Jesús supo ser dueño de sí mismo en toda ocasión y nada ni nadie logró alterar su equilibrio emocional.
Jesús sacaba poesía hasta de los pequeños detalles de la vida: las aves que tienen nido para descansar, las fieras que se resguardan en sus guaridas y las flores del campo más lujosas que el Rico Salomón.
Vivió en el anonimato la mayor parte de su vida, pero cuando apareció en público transformó el mundo. Su familia era estrato social pobre. Su pueblo desconocido Y despreciado. Humilde en todo su ser. Su cuerpo tuvo que sufrir mortificaciones y escaseces. Le gustaba convivir con personas que no tenían importancia social:Pobres, enfermos, hombres y mujeres pecadoras, niños y enfermos; le agradaba escucharlos, atenderlos, consolarlos, y ayudarlos.
Hacía favores aún antes que se lo pidieran. Era amable aun cuando corregía o reprendía. Captaba los sentimientos íntimos de las personas y sabía comprenderlos y animarlos. Era, es y seguirá siendo la mejor personalidad que ha existido en el mundo.
Que el Señor te conceda la Paz.