A menudo (aún más en el entorno de creyentes) escuchamos hablar de una palabra corta, pero que resulta muy poderosa: esta palabra es “Fe”. Este término que suele ser tan común, resulta ampliamente importante en la vida cristiana. Y es que de la Fe se emana la confianza en Dios y la creencia absoluta de su Poder por encima de todo.
Hablar de la fe es, sin lugar a dudas, una de los principales propósitos que debe tener todo creyente. Pero para desarrollar este tema es necesario conocer y vivir verdaderamente de ella. ¿Cuántas veces no hemos escuchado hablar de Fe por alguien que a lo mejor no ha vivido el concepto? No lo sabemos, pero suele ser frecuente.
Para hablar de fe, es necesario no solo conocer, sino sentir. Sentir y reconocer la Supremacía de Dios por encima de todo. Pero ¿cómo hacerlo? En el siguiente artículo, hablaremos de la fe, desde el concepto bíblico y cómo hacer de ella un verdadero legado en familia.
Fe: Convicción de lo que no se ve
La definición de la Fe en la biblia es proporcionada por el Apóstol Pablo en el Libro de Hebreros 11:1 “La fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve”. De acuerdo a este concepto, podemos ver la fe desde dos perspectivas.
Garantía de lo que se espera
Tener fe es sentir confianza y tranquilidad por lo que se espera. Por saber que llegará en el momento justo, no antes ni después. La fe es saber que Dios proporcionará lo que necesitamos en el momento que necesitemos. Confiar en los tiempos perfectos.
Certeza de lo que no se ve
Pero la confianza no viene sola, está acompañada de la seguridad en aquello que no es visible a nuestros ojos. No qué, sino quién. Es mantener la seguridad en el Poder de Dios. En su existencia y en su soberanía aún en los momentos más difíciles.
Entonces, teniendo en cuenta el versículo de Hebreos 11:1, la Fe es la combinación de tres elementos. Confianza, seguridad y tranquilidad. Confianza en Dios, seguridad de su existencia y tranquilidad por saber que Él obrará.
El Objeto de la Fe
La fe no trabaja como un concepto o acción independiente. Tiene un objeto o fuente desde donde se desprende. En este caso, el objeto de nuestra fe es Dios, es la fuente de donde proviene nuestra confianza. Es, por ende, el centro de todo.
De allí, reconocer la existencia y el poder absoluto de un Dios único, es el principal elemento para mantener viva la fuente de nuestra fe.
Importancia de la fe
De manera general, la fe está asociada a creer en que algo sucederá en algún momento y será para bien. Tal como lo afirma Romanos 8:28 “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”.
En este contexto, podemos afirmar que quienes aman a Dios y dedican su vida a servirles, tienen fe en Su Palabra, en Sus acciones y en Sus promesas, aunque todavía no hayan sido todas consumadas en sus vidas.
Este, es el principal elemento de la Fe: Creer. Y es precisamente allí mismo donde radica su importancia. Pues una de las primeras acciones de un creyente es agradar a Dios a través de nuestra conducta. Para agradar y servir a Dios, es indispensable, creer.
Nos permite reconocer a Dios
La fe es el elemento que nos permite acercarnos a Dios, conocerle y dejarle entrar absolutamente en nuestras vidas. Es experimentar la creencia, confianza y voluntad de Dios en cada aspecto de nuestro ser. Y que morará en nosotros hasta la eternidad.
Por fe agradamos a Dios
La principal importancia de la fe, es que, por medio de ella, es posible agradar a Dios. El crecimiento y mantenimiento de nuestra fe es una afirmación de la existencia de Dios en nuestras vidas y de su Poder, por encima de todo.
Es la armadura de Dios
Tal como se afirma en Efesios 6:16 “tomen el escudo de la fe, con el cual podrán apagar las flechas encendidas del maligno”. La fe es la protección de Dios a nosotros ante la presencia del maligno. Por ello, mantenerla es indispensable.
Creer en lo imposible como posible
Al mantener vida nuestra Fe en Dios, existe la posibilidad de creer en lo imposible como algo posible. Pues lo que es imposible para el hombre, es posible para Dios. Y es precisamente de allí, que se da paso a Su Poder en nuestras vidas.
Concede la Salvación
Por medio de la fe se obtiene la salvación. El amor de Dios hacia su pueblo es tan grande, que entregó a su único hijo para el perdón de nuestros pecados. De allí, que, al reconocer la existencia y supremacía de Dios, estaremos recibiendo el perdón y la salvación que con su sacrificio logró para nosotros.
¿Cómo crear un legado de fe en familia?
Aunque la fe es un sentir individual. Es decir, cada persona experimenta situaciones, momentos y escenarios que le hacen experimentar su fe y crecer en ella. Es posible compartir estos con nuestros seres queridos y dejar ver el poder de Dios en nuestras vidas.
La familia es el núcleo principal de la sociedad, de allí, que promover el crecimiento de la fe en nuestro entorno familiar, es el primer paso para reconocer la autoridad de Dios en nuestras vidas. ¿Qué mejor forma de hacerlo que contando a nuestras familias? Para ello, es necesario principalmente, comenzar por nosotros mismos. Entender algunos de los siguientes aspectos nos ayudará en nuestra misión de crear un legado de fe en la familia:
La fe es genuina
Se trata de un sentir natural, proveniente de Dios, un regalo que Él ha puesto en nuestro corazón y que depende de nosotros conservar y hacer crecer. Tal como se asegura en Romanos 10:17 “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”.
Al venir del oír y el oír por la palabra de Dios, esto representa una invitación a conocer La Palabra de Dios. A conocer de Él de sus promesas y lo que tiene preparado para quienes en Él creen. Esta es una forma de iniciar la cosecha de nuestra fe. Y compartirla con los nuestros.
Cada día, siéntate con tu familia en la sala de estar y compartan versículos de la biblia. Lee, analiza e invita a la reflexión de cada uno de ellos, en todos los contextos de la vida. Haz de esto un hábito indispensable para tu vida. Confía todo el tiempo
Como seres humanos, en ocasiones la desesperación de un mal momento, una crítica situación del mundo puede nublar nuestro pensamiento y atentar contra nuestras creencias. Es necesario mantener la fe por encima de toda situación. Confiar en Dios ante todo. Considerar posible vivir por fe.
“Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma”, en Hebreos 10:38, señala que los verdaderos creyentes debemos vivir por fe, sea cual sea la circunstancia. Enseñar este principio a la familia es elemental para mantenerse en el camino correcto.
Ser humilde
La fe es sinónimo de humildad. Es necesario reconocer en principio que Dios es Supremo. Que su Superioridad está por encima de cualquier cosa o persona y que su obra es perfecta en cualquier escenario. Ello, supone gran valor, pues es necesario, entender nuestras debilidades y dejar que Dios actúe con todo Su poder sobre ellas.
En la medida que dejamos a Dios actuar en nuestras vidas y nuestros corazones, estaremos incrementando nuestra fe.
La fe es una decisión
Yo decido creer en Dios y en todas sus promesas para mi vida. Este es un pensamiento que debe acompañar cada aspecto de nuestro entorno. Decidir creer es el primer paso para dejar que Dios actúe de la forma adecuada sobre nosotros.
Este, además de ser un reflejo de humildad y confianza en el Todopoderoso, es una lección para nuestro entorno, nuestra familia, que a través de la conducta que asumamos, verá una transformación en nuestro comportamiento y nuestro corazón.
Sin dudar, la fe es un elemento transformador. Dios, al ser la fuente de la fe, proporciona a nuestra vida un nuevo ser. A través de su reconocimiento como Todopoderoso y la oportunidad de dejarle entrar en nuestras vidas, nos hace nuevas criaturas, dispuestas a vivir por y para Él.
Con una fe inquebrantable, que es reflejo de nuestra nueva misión: agradar a Dios. Generar este mismo sentimiento en nuestra familia y realizar acciones que vayan dirigidas a ello, es un camino que, aunque parezca difícil, conllevará a grandes recompensas celestiales. Que Dios sea siempre el centro de nuestras vidas.