No nos cansemos de oír hablar de Jesús. Él es el centro de toda la creación y el que puede solucionar todos nuestros problemas. Puede y quiere ayudarnos.
Si tuviéramos fe en los inmensos méritos y ganancias que Él ha conseguido para nosotros, tendríamos total confianza en las oraciones que hacemos en su nombre.
Él es el mediador siempre vivo que interceda por nosotros noche y día: Hijitos míos si alguno a pecado, tenemos un abogado que ruega por nosotros es Jesucristo el Santo. (1 Jn 2,1).
Si creemos en Cristo no podremos decir: “para mi es imposible ser santo y vencer las dificultades”, pero Dios nos puede responder: _para ti sólo eso es imposible, pero con la ayuda de mi hijo Jesucristo nada es imposible porque Él tiene todo poder en el cielo y en la tierra._ (Mt 28,18)
El meditar en las palabras y los hechos de Jesús, no sólo es algo bueno y Santo, sino algo que lleva la santidad. Los progresos espirituales se consiguen meditando en la vida de Cristo y tratando de imitar sus virtudes. Cuanto más nos asemejemos al modo de ser, de pensar y de hablar de Jesús, tanto más Santos seremos.
San Pablo dice: Dios nos predestino a que imitemos lo mejor posible el modo de ser de Jesucristo (Rom 8, 29).
El primer propósito de Jesús que es algo fundamental y con el cual se consigue toda santidad es este: buscar siempre lo que es agradable al Padre Celestial. _Mi padre me ama, porque yo hago siempre lo que a Él le agrada._ (Jn 10,17)
Que el Señor te conceda la Paz