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El Evangelio nos narra que Jesús en el desierto fue atacado con tentaciones por el demonio. Yo no creo en los que me dicen que eso es la existencia del demonio es una teoría y un invento. Yo sé que anda por ahí haciendo todo el mal que puede Y también sé que muchos de los malos deseos de mi corazón me los trae Satanás, y se también que ha venido a robar, a matar y a destruir.
Señor Jesús concédeme que a imitación tuya sepa alejar las tentaciones del maligno con la oración y la palabra de Dios.
Me animo porque el juez que me va a juzgar, el árbitro que me observa desde el cielo, comprende los esfuerzos que estoy haciendo en el campo de juego.
Es verdad que en el camino por donde viajo me han escondido trampas; que la subida es fatigosa y llena de peligros de caer y de ser derrotado, pero la ciudad celestial a dónde nos dirigimos es maravillosa.
Es verdad que aquí hay una lucha casi sin descanso pero allá arriba nos espera el premio por nuestros esfuerzos.

Dios permitirá siempre que tengamos tentaciones. El bello libro Imitación de
Cristo dice: “La tentación no hace mas débil a la persona, pero permite conocer lo que es, y lo que es capaz de rechazar”.
Jesús en Getsemaní no dijo a los apóstoles “oren Para no tener tentaciones”, sino “oren PARA NO CAER EN LA TENTACIÓN”. La
tentación llegará irremediablemente en todas las edades de la vida, Y cuándo se va a una, llega otra.
Pero si como Jesús, oramos y nos alimentamos de la palabra de Dios, no sucumbiremos,
y si caemos, nos levantaremos. Lo importante en la batalla no es no ser heridos
sino terminar victoriosos. Que el Señor te conceda La Paz.
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