El Amor: Más que un sentimiento, un valor cristiano
El amor es la base de todo lo que hacemos. Es en gran medida la razón de nuestra existencia en la tierra. El amor se evidencia en nuestras relaciones personales y las acciones que realizamos a favor de nuestra comunidad. El amor es desear lo mejor para el prójimo. El amor es Dios en sí mismo.
Es frecuente percibir al amor como una emoción o un sentimiento. Pero su verdadero significado es mucho más amplio. El amor es un valor cristiano, probablemente el más importante de todos, pues tiene el poder de transformar vidas y es evidencia de la presencia de Dios en nuestra vida.
Dios es amor
“El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él” (1 Juan 4: 8-9).
La Biblia está colmada de referencias al amor y su real significado en la vida de los cristianos. Fundamentalmente, se describe como un valor personal y desinteresado, que se manifestó en todo su esplendor cuando Dios envió a Jesús a morir en la cruz para salvar a los pecadores.
Por ello, no importa a qué nos dediquemos como cristianos, es importante que el amor esté asociado a todas nuestras acciones. Cada vez que ofrecemos algo a Dios, el amor debe estar impregnado en ello, pues le da un mayor significado a cada uno de nuestros sacrificios.
La creencia de que Dios se ha revelado ante nosotros como amor está en el corazón mismo de la fe cristiana. La palabra griega que se utiliza en el Nuevo Testamento original para describir el amor de Dios es “ágape”, cuyo significado es universal, entendiéndose como una forma de poner a los demás antes que a uno mismo.
Y es que el amor de Dios nos llama a servir a los demás libremente, sin esperar algo a cambio. Se puede aplicar incluso a aquellas personas que no nos agradan o son lejanas, pues todos estamos hechos a la imagen de Dios.
¿Cómo expresar amor al prójimo?
“Un mandamiento nuevo les doy: Que se amen unos a los otros. Como yo los he amado, deben amarse los unos a los otros. En esto todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros” (Juan 13: 34-35).
Cada persona que conocemos es amada por Dios y es alguien por quien Jesús murió. Todos ellos pueden experimentar el amor de Dios a través de nosotros, todos los días y de muchas maneras.
En un contexto cotidiano, es posible manifestar el amor de Dios escuchando a las personas, permitiendo que la gente diga lo que piensa sin juicios de por medio, pues así se sentirán valoradas. Compartir palabras amables en momentos difíciles es otra forma de expresar amor, pues aliviamos el pesar de aquellos que tal vez estén llevando alguna carga pesada.
El amor de Dios se muestra con actos de bondad, y para ello necesitamos entender las necesidades del prójimo. Todo ello sin esperar nada a cambio, pues el amor de Dios no es egoísta.
Por último, podemos mostrar el amor de Dios orando por los demás, en especial si esa persona se encuentra enferma o está experimentando algún problema. Oremos sinceramente por sus necesidades y veamos cómo Dios obra sobre ellos.