Cuenta la historia que tres montañeros que se habían ido a escalar a los Andes, se perdieron en la montaña como consecuencia del mal tiempo, la nieve y el desconocimiento del terreno.
Durante tres días estuvieron andando sin rumbo y sin esperanza. Por más que buscaron no encontraron ningún poblado, ni cabañas, ni personas que les pudieran dar alguna indicación e incluso algo de alimento. Al final, lo único que les quedó para comer fue una manzana, por lo que empezaron a pasar hambre.
En esto que se les apareció Dios y les dijo que probaría su sabiduría, y que dependiendo de lo que respondieran Él les salvaría. Les preguntó entonces Dios qué podían pedirle para arreglar aquel problema y que todos se alimentaran.
El primero dijo: “Pues que aparezca más comida”. Dios contestó que era una respuesta sin sabiduría, pues no se debe pedir a Dios que aparezca mágicamente la solución a los problemas, sino trabajar con lo que se tiene.
Dijo el segundo entonces “Entonces haz que la manzana crezca para que sea suficiente”. A lo que Dios contestó que no, pues la solución no es pedir siempre multiplicación de lo que se tiene para arreglar el problema, ya que el hombre nunca queda satisfecho y por ende nunca sería suficiente.
El tercero dijo entonces: “Mi buen Dios, aunque tenemos hambre y somos orgullosos, haznos pequeños a nosotros para que la fruta nos alcance”.
Dios dijo: “Has contestado bien, pues cuando el hombre se hace humilde y se empequeñece delante de mis ojos, verá la prosperidad”
Qué el Señor te conceda la Paz.